- “ Es que ya no están gastando lo mismo en agua y energía y por eso deberían rebajar la mensualidad” – Dijeron algunos padres.
- “ Yo soy el que lo está cuidando en casa y yo soy el que lo está enseñando, para qué sigo pagando colegio” – Dijeron algunos padres de educación inicial.
- “ Es que yo pago es para que vaya a tener amigos y a jugar” – Gritaron otros.
- “ Es que al profesor en el computador no le entiendo y me distraigo más” – Expresaron los estudiantes de bachillerato.
- “ Es que si no lo estoy viviendo, no lo estoy aprendiendo” – Publicaron los universitarios.
Este y muchos más fueron algunos de los comentarios que leía en mis redes sociales de los padres de familia y estudiantes que exigieron a las instituciones bajar sus valores de mensualidad. Y no los culpo, la pandemia paralizó el movimiento económico de todos los estratos sociales. En algunos sectores, el corte del ingreso de dinero fue inmediato y fue un golpe muy duro para las familias con hijos.
En esto, me sorprenden las familias con las que compartí la educación en casa durante la cuarentena. Se necesitó de todo, un cambio de rutina absoluto. Mayor consistencia en el manejo de normas en casa y más paciencia en un momento en el que todos estábamos hipersensibles. Y aunque ciertos servicios que se incluyen en las instituciones educativas ya no se estaban ofreciendo, como era el de transporte y el de alimentación. ¿Realmente debían rebajarse las mensualidades por la virtualidad?
Desde mi punto de vista, no. Y para explicarles mi punto de vista tengo que contarles cómo fueron esos 4 meses en el que mis compañeras docentes y yo laboramos durante la cuarentena.
- Todo lo que habíamos planeado para el año escolar debía cambiarse y teníamos que recorrer a todas las herramientas de tecnología que conociéramos para seguir captando la atención de los niños. Todas esas herramientas físicas que nos brindaba la institución quedaron allá en la institución y no podíamos ir a recogerlas.
- Tuve la fortuna de estar en colegio con una plataforma organizada, decente. Pero algunos padres la desconocían, no había mucho interés en aprender a manejar algo nuevo. Sin embargo, el colegio en el que laboré contaba con un equipo de tecnología excelente que con toda la paciencia del mundo nos guiaba a todos.
- Yo ya he tenido experiencias previas con el manejo de la información en la virtualidad, pero mis compañeras no. Así que, para algunas de ellas, por amor a su profesión, extendieron sus horarios de clase de 6:30 am hasta casi las 7:30 pm. Yo no tengo hijos y no me imagino qué hacían ellas para atender a sus familias en casa.
- La tecnología a veces no estaba a nuestro favor, algunas de mis compañeras tuvieron que aumentar su conexión a internet para conectarse desde casa. Las más pudientes aprovecharon para cambiar computadores mientras otras se conectaban en computadores que el colegio facilitó. Pero cuando el internet se caía, la electricidad no funcionaba o en los peores de los casos, el servidor se desconectaba, solo recordábamos que todo tiempo pasado era mejor, en especial aquellos momentos en que nuestro mayor dolor de cabeza eran cuando los niños se accidentan en el salón de clase.
- Y por supuesto, no teníamos que envidiarle nada a los influenciadores digitales. Hacíamos “en vivo” todos los días, grabamos videos como recursos para otros días, creamos material para la clase, entre otras cosas.
Lo cierto es que los docentes se acomodaron en el camino a la cuarentena, y siguieron dando la cara por las instituciones. Pero las instituciones educativas no solo son docentes, y ahora en virtualidad, el equipo de tecnología. También estaban los directivos, las secretarías y muy olvidados durante ese momento, las personas de oficios varios, los que arreglan, los que limpian, los que manejan el transporte. Son muchas personas que hacen que un colegio se mantenga para recibir a los estudiantes y mantener impecable el servicio educativo. Y es que aquí cabe con toda fuerza decir :“Los maestros no lo son todo en el servicio educativo”.
Así que escuchar las exigencias de bajar la mensualidad, también se sentía como un ataque para estas personas que nos acompañan en los colegios. Es cierto que a muchos padres de familia se les rebajaron sus ingresos, pero con dolor en el alma, era hora que considerarán el valor monetario que le estaban dando a la educación de sus hijos.
Es aquí donde nos tenemos que poner a pensar que a veces pagar de más por algo, no es lo más inteligente. Y esto incluye la educación de los hijos. Yo no soy la autoridad financiera para decirles esto, pero hay gurús financieros que dicen que se debe ahorrar solo el 10% de sus ingresos para la educación de sus hijos.
Si es una familia pudiente que gana 4 salarios mínimos, invertir más de 300mil pesos en una mensualidad no es lo más inteligente.
Ahora, no quiero patearme la lonchera, he sido afortunada de ganar buenos salarios como docente en las instituciones que he trabajado gracias a estas decisiones no tan inteligentes. Pero este ingreso de dinero a estas instituciones no solo paga mis prestaciones como docente. También tiene que pagar mi jefe, la persona que me ayuda a limpiar el salón, el ingeniero que tiene que programar la parte tecnológica. Somos muy afortunados de tener trabajo gracias a estos padres. Pero no en plena cuarentena. La cuarentena ya no era el momento adecuado para exigir cambios monetarios del contrato de educación que ya habías firmado.
Y conozco muchos casos de familias que al final del año lectivo aún están debiendo mensualidades a los colegios. Espero de corazón que puedan llegar a buenos acuerdos financieros.
Entonces, amplio esta experiencia personal a un contexto más local, la de la crisis del coronavirus en mi país y me dirijo a este gobierno para preguntarme ¿Qué se ha hecho para garantizar que el derecho a la educación se dé para todos? Tenemos una sociedad que tiene miedo de regresar a las instituciones educativas pero ¡no sabe cómo exigir el derecho de educación para sus hijos! ¿Por qué no hay una educación accesible para todos?
Así que mi invitación a todos los padres de familia es que, no peleen con las instituciones educativas. Ellas han crecido y se han desarrollado para brindarles un servicio y ese es el valor que ellos disponen para mantener ese servicio.
La verdadera pelea debe ser como ciudadanos de un país que no ha garantizado el avance de la sociedad. La educación virtual no es algo nuevo. Lo único nuevo aquí es la consistencia de este tipo de educación en todos los niveles de escolaridad.
Y a los universitarios les digo, maduren. Las grandes universidades del mundo ya incluían educación virtual globalizada al mismo valor que la educación presencial. Tienen que modernizarse porque queremos tener esperanza para sus hijos y los estudiantes que aún están en colegios. Los siguientes 15 años de desarrollo social y económico dependen de ustedes. Los estaremos observando.